Soy Cristian, vengo de Colombia y trabajo como voluntario en Alemania desde septiembre de 2021. Mi experiencia desde la llegada ha sido única, pues, cada día se ha convertido en una aventura singular y siempre hay algo que captura mi sentido de novedad. Este viaje comenzó como un sueño que se ha postergado por cerca de dos años debido a la pandemia y los contratiempos que esto ha conllevado.
Vivir una cultura totalmente nueva es una gran sorpresa
Antes de comenzar con esta increíble experiencia, me imaginaba cómo sería la vida en uno de los países con las economías más estables y el sistema social más eficiente. Aún ahora no deja de ser una gran sorpresa, además de un enorme reto, el vivir una cultura totalmente nueva junto a todo lo que esto implica: aprender un idioma poco a poco, integrarse a un nuevo ritmo de vida, una nueva comunidad, conocer nuevos lugares, paisajes, comidas, costumbres, y reconociendo las diferencias respecto a mi propia cultura y forma de ver el mundo.
Antes de esta experiencia, tuve la oportunidad de conocer jóvenes alemanes que hacían sus programas de voluntariado en Colombia y que prestaban servicios sociales en distintos campos. Al cabo de un año, la mayoría explicaba las diferencias que existen entre nuestros países y la brecha cultural pero, sobre todos estos aspectos, algo de lo que más me impresionó fue cómo muchos me manifestaron que se sentían muy privilegiados tras haber podido vivir un año en otra cultura y reconocían las enormes diferencias en nuestros sistemas, algo que antes de una experiencia intercultural no eran conscientes.
La realidad es mucho más compleja que aquello que escuchamos de un lugar
Muchas veces me sentaba a pensar que al venir y vivir de primera mano la vida en Alemania, vería condiciones de cierta manera mejores que de vuelta a casa, especialmente en cuanto se refiere a la salud, el transporte, la seguridad social, entre otros aspectos.
Ahora vivo en un pequeño pueblo de entre 450 y 500 habitantes, tan pequeño que no se compara siquiera con un barrio de mi ciudad. Aquí trabajo como voluntario en una escuela democrática (Freie Schule). Este es un lugar donde todo parece surreal, pues niños y niñas son libres de escoger aquello que más les gusta y explorar distintos enfoques por medio del juego, el deporte, y las artes. Además, están mucho más conectados con la naturaleza y los temas relacionados al medio ambiente y cambio climático; tienen huertas, organizan siembras de árboles e incluso asistimos a una marcha bajo el movimiento “Fridays for Future”. Además, es común escuchar que muchos prefieren una dieta vegetariana o vegana (algo que sinceramente se escucharía muy poco en las escuela de vuelta a casa).
Me siento inmerso en un contexto de aprendizaje constante
Teniendo en cuenta que mi experiencia personal proviene de un sistema educativo en el que las métricas lo son todo (sumado a que asistí a un colegio con énfasis militar), aún por encima del desarrollo personal del individuo, este modelo de escuela me ha sorprendido gratamente y me siento inmerso en un contexto de aprendizaje constante que me ha llevado a incluso replantear aspectos de mi propio desarrollo, mis gustos y mi personalidad. En definitiva: ME ENCANTA.
Aunque hay muchos aspectos que me parecen muy positivos, hay otros que esperaba que fueran ciertamente mejores y en los que aún hay mucho por avanzar. El primero es el tema de la movilidad pues, si bien el sistema de trenes funciona relativamente bien, he tenido bastantes contratiempos por los retrasos o cancelaciones de mis conexiones. Ha sido el caso en el que no he tenido otra alternativa que tomar un taxi por más de una hora, aunque debo decir, los costos que provienen de estos inconvenientes han sido cubiertos por la empresa estatal de trenes. Referente al tema de movilidad, también me ha parecido difícil el no contar con una conexión en bus durante los fines de semana y en las noches. Para transportarse desde la estación de tren hacia casa debo hacerlo en bicicleta o pidiendo a alguien que me recoja. Esto explica mucho el porqué el auto sigue siendo un artículo de primera necesidad para las familias y porqué es una de las industrias más fuertes.
Con voluntad y sentido de cooperativismo muchos problemas se pueden solucionar
En esta comunidad también sienten esta presión y han desarrollado un sistema de auto compartido que me ha mostrado que con voluntad y sentido de cooperativismo, muchos problemas se pueden solucionar, contribuyendo a su vez a reducir el impacto en el medio ambiente. Hasta no contar con una licencia y poder participar, continuaré disfrutando de mis viajes en mi caballito de acero y los paisajes que circundan la vía, pues tener una licencia de conducción es algo incosteable, aún más con un ingreso como voluntario.
Otro tema del que hablar es la comida, pues como latino creo que es una de las cosas que más se llega a extrañar. Si bien hay distintas alternativas, no es comparable con la inmesa riqueza en colores, sabores y texturas que ofrece el trópico. Muchos de los productos que conseguimos deben ser transportados por grandes distancias y el considerar eso me ha hecho ser más consciente de lo que consumo y el impacto que tiene una simple acción como mercar. Además, aunque hay grandes esfuerzos por reducir o reciclar, me causa un gran impacto el ver en los supermercados productos empacados en múltiples capas de plásticos u otros productos. Algo que me resulta bastante innecesario y en lo cual se pueda mejorar. Mientras tanto, seguiré llenando mi bolsa amarilla tras cada compra e intentaré buscar aún más alternativas.
La lucha por la vivienda digna es un tema internacional
Finalmente, hablaré de una grandiosa experiencia que viví gracias al NPLA. Nos encontramos en Berlín para el taller de radio sobre el tema “Vivienda digna” con voluntarios de ICJA. Durante estos días tuvimos la grandiosa experiencia de hospedarnos en el hostal Regenbogenfabrik y conocer un poco de su historia. Este está situado en una casa que estaba ocupada en los 80s, un movimiento que tomó bastante fuerza y que visibilizó la lucha por el derecho al acceso a una vivienda digna en contra de la visión de esta como una mercancía.
Una de las situaciones que más me impactó durante nuestra visita y el taller es cómo la vivienda se convierte en un tema transversal a nuestros países, pues garantizar el acceso a una vivienda digna para todas las personas, es un reto que no se ha logrado cumplir, y por el cual se generan brechas que cada vez se hacen más grandes. En Berlín este es un tema particularmente álgido, ya que en los ultimos años los costos de los alquileres se han disparado, sumado a la alta competencia por conseguir un espacio, donde en promedio 200 personas se disputan la posibilidad de tomar un espacio en arriendo.
Yo tengo muchos amigos que no encuentran una habitacion en Berlin porque no podrian pagar los alquileres o algunos que se mudaron de la ciudad por unos años y al volver, encontraron que los precios se habían disparado. Hay muchisima competencia por las habitaciones y en general los que ganan son los que pueden pagar más. Esto hace que grandes inmobiliarios pueden subir los costos exageradamente, igual siempre encuentran quien lo paga. Habitantes de la ciudad de Berlin critican que no hay protección legal por el senado de Berlin que realmente funcionaría para limitar los alquileres (Mietpreisbremse, Milieuschutz).
No solo hay rosa o blanco o negro, sino hay de todos los colores
Adicionalmente, lugares como el Köpi Wagenplatz o otros lugares llamado “Freiräume”, que son creados por la sociedad civil y grupos independientes sin fines de lucro, son desalojados para hacer lugar para habitaciones de lujo; una situación que vivimos de primera mano justo el día que llegamos a Berlín para nuestro taller pues justo estaba por suceder el desalojo y se organizó una marcha gigante que presenciamos como todo un espectáculo justo al salir de la estación del metro: banderas ondeando en defensa del derecho a la vivienda, consignas en contra del capital desmesurado y miles de personas unidas en la fría noche para defender aquello que sienten como justo.
A esto se sumó otra situación que me generó un gran impacto por el hecho de que contrastó enormemente con mi expectativa, ya que fue algo que no esperaba ver tan comúnmente en las ciudades alemanas: las personas que residen en las calles. Miles de personas que están a la intemperie durante los fríos meses de invierno o las insoportables oleadas de calor. Seres humanos demuestran la justicia detrás de estas consignas, pues todos deberíamos tener un lugar digno para vivir; en Europa, América o cualquier parte del mundo.
En conclusión, esta experiencia como voluntario me ha mostrado lo polifacética y volátil que es la realidad alemana: muchas cosas que van bien, ¡si! y otras muchas que no tanto, llevándome a reemplazar mis estereotipos de un “mundo alemán perfecto” por un panorama mucho más ambiguo, complejo. Esta es también una invitación a romper esas visiones previas que cargamos respecto a un lugar, a una persona o una cultura, pues si miramos siempre desde una diferente perspectiva, encontraremos nuevas realidad que nos llevan, no solo a aprender sobre ellas, sino también sobre nosotros mismos y la manera en la que nos llegamos a desenvolver dependiendo de nuestras emociones, experiencias y las circunstancias particulares de cada momento.
Esta realidad es un poco como el arcoiris, que también es el símbolo de nuestro hospedaje estando en Berlín, la Regenbogenfabrik – hay muchos colores, diferentes intensidades y se basa en un sinnúmero de matices; un recordatorio de que en ningún lugar la vida es siempre “color de rosa”.
Aquí se encuentra este artículo en alemán.
El color rosa y el arcoiris de la realidad compleja von Nachrichtenpool Lateinamerika ist lizenziert unter Creative Commons Namensnennung-Weitergabe unter gleichen Bedingungen 4.0 international.
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