El paro nacional del 28 de abril pasado significó un estallido social que aglutinó el enojo de distintos sectores de la población. Se articularon las voces de varios grupos organizados, más las de ciudadanos que de manera espontánea, se fueron sumando a las protestas. Es difícil situar algún momento particular como punto de partida u origen de este periodo histórico en Colombia. Pero se puede consensuar fácilmente que fue el fin de muchas décadas de „orden“ donde se vivió en las principales ciudades del pais cierta calma o ausencia de manifestaciones de protesta masiva.
A la pregunta de por qué se desató la furia de repente tras el anuncio de la reforma tributaria impulsada por el gobierno del presidente Luis Duque, le antecede la pregunta de por qué hubo tanto orden o pasividad en las décadas anteriores. Pues bien, resultaría demasiado exhaustivo el repaso histórico para contextualizar el por qué Colombia llegó a donde llegó e imposible de compactar en el siguiente formato, pero debido a la utilización de la maquinaria estatal como aparato inquisidor para asesinar, torturar y desaparecer opositores (entre tantas otras calamidades), tomemos como referencia a punto de partida la llegada al gobierno del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, conocido por sus vecinos finqueros paramilitares como el primer “Pacificador de Urabá”.
Uribe quien gobernó al país en dos procesos consecutivos desde 2002 hasta 2010, difícilmente vaya a quedar en la historia por sus políticas económicas que fueron paupérrimas, sus alianzas regionales que fueron casi nulas o por sus excéntricas apariciones tan propias de caudillos latinoamericanos, porque tampoco tenia una pisca de carisma. En todo caso, el “paisa” quedará sí en la historia, porque guste o no, es el hombre más influyente de la política colombiana en las ultimas décadas y también entre los máximos de la historia. A continuación, explicaremos brevemente los motivos que le atribuyen semejante estatus.
El proceso uribista se caracterizó expresa y fundamentalmente por llevar a cabo una guerra caótica y sanguinaria contra toda alternativa manifiesta al plan económico neoliberal. Como sabemos, en Colombia había grupos de guerrilla mucho antes que Uribe llegara al gobierno, tanto así como que el Estado operaba de burrito servil a las poderosas familias terratenientes que saqueaban a los pequeños cultivadores y ganaderos de sus pequeñas porciones de tierra y éstos quedaban en desamparo.
Ahora bien, el Plan Colombia (puesto en marcha un par de años antes al mandato de Uribe) fue la profundización de las relaciones carnales entre Bogotá y Washington durante el uribismo ya que le permitió al gobierno colombiano recibir entre los años 2000 y 2005 US$2800 millones de dólares, que junto a la asistencia del Departamento de Defensa promedió los US$4500 millones de dólares. En el 2005, la Administración Bush pidió fondos adicionales al Congreso de los Estados Unidos para el Plan Colombia para adicionarle US$463 millones de dólares a través del ACI y US$90 millones a través del FMI (Wikipedia)
Ese dinero tenía como destino acabar con las guerrillas antes mencionadas y con las estructuras narco-militares que de manera naiv se presumía desde Washington funcionaban exclusivamente con los grupos insurgentes marxistas. El resultado de esas relaciones “carnales” entre Nariño y La Casa Blanca, fue una campaña genocida de asesinatos sistemáticos, masacres y todo tipo de delitos de lesa-humanidad por parte del Estado colombiano. Miles de líderes sociales, estudiantes, campesinos, trabajadores, activistas, políticos, periodistas, abogados, etc. Fueron desaparecidos, torturados, asesinados de manera sistemática y organizada en nombre de la democracia.
Pero la violencia siniestra y atroz no fue la única manera de silenciar voces y acallar la rebeldía ciudadana en el espectro público, también lo fue una campaña alienante de propaganda mediática elaborada estratégicamente desde los grandes medios y acogida servilmente por un gran sector de las clases dominantes quienes se creyeron el discurso de “autoridad” encarnado en la figura de Uribe. Ese grupillo pudiente y semi-pudiente de escuelas privadas, carros y unidades cerradas que se autoperciben como gente bien o “clase media a la colombiana”, fue quienes ayudaron a instalar la teoría que toda oposición al uribismo era parte de la endemoniada serpiente narco-comunista que acechaba en el monte.
Pasó que el 28 de abril del 2021 los líderes sociales, estudiantes, campesinos, trabajadores, activistas, políticos, periodistas, abogados se cansaron de ser asesinados, masacrados y torturados una y otra vez y salieron a las calles de Cali a exigir un cambio.
Redacción de Matraca,
Junio 2021
Se puede acceder al podcast sobre este tema aqui.
Aqui se lee y escucha sobre el asunto en alemán.
Paro Nacional – Fin de una calma forzada von Nachrichtenpool Lateinamerika ist lizenziert unter Creative Commons Namensnennung-Weitergabe unter gleichen Bedingungen 4.0 international.
Schreibe einen Kommentar