Militancia poética desde la cárcel de Batán

Entre Mar del Plata y el infierno, opera uno de los tantos centros de detención levantados por la dictadura militar. Allí las narrativas más macabras encuentran su sangría de aire fresco cuando un juez militante y un grupo de jóvenes voluntaries se acercan a compartir experiencias con los internos. Maxi Cisneros, un escritor peso pesado de las metáforas nos dice: „Como a Simone de Beauvoir los libros la salvaron de la desesperación, a mí me salvaron de la delincuencia y de la muerte“.

El verano y las moscas (Poema de Maxi Cisneros)

Las largas tormentas eléctricas iluminaban el cielo de Batán, la cárcel estaba en silencio, los presos acostados en sus celdas con los ojos cerrados buscaban su libertad, ¿cuántas veces había escrito dentro de la cárcel? ¿Cuánta sangre había derramada en mis renglones?
No era más que el calor sofocante de un verano en donde las moscas anidaban en los cables de teléfonos, la tormenta hacía resonar las frías paredes de la cárcel. Era un verano distinto, era la tumbeada y el espejo, eran los recuerdos de los desahuciados, era el tiempo donde los candados se cerraban, y las personas se suicidan. Eran las puñaladas rompiendo los ojos, eran el filo del bisturí cortando caras, mostrando desde las heridas, la purulenta sangre que emanaba salpicando los pisos, ensuciando las ropas, las manos, y hasta las paredes. Delincuentes, chorros, viejos y jóvenes viviendo en un sistema penitenciario, cuyos caminos se vertebran en una criminalidad que castiga la sociedad. Sociedad que reclama seguridad, encerrando y condenando de manera punitiva, a las mismas personas de la sociedad.
Como si escribir en este capítulo del verano y las moscas, fuera la razón tediosa de conllevar la realidad a una literatura, a una asignatura, a una comedia real del día a día como si las paredes de la cárcel fueran una fábrica gigante de domesticar los cuerpos encerrados.
¿Cuántas veces había leído los libros en celdas inundadas por la mierda? Había estado en los buzones más de una vez leyendo las líneas a los condenados que se les erizaba la piel al escucharme.
Era más seguro estar en los bajos fondos que estar en pabellones donde podía morir, ya que ahí, a toda hora podes morir.
¿Qué era lo que hacía en mí, que abriera los libros con tanto entusiasmo buscando una salida de esa caverna? Como si fuera la misma idea de una película emancipadora donde la realidad superaba la fantasía, donde los demonios caminaban con zapatillas nike buscando víctimas entre las paredes, entre los negros agujeros del sistema. Vidas perdidas con hambre, lágrimas secas de un llanto. ¿Cuáles eran estas voces que ahora se colaban en los renglones y cuánto tiempo tardé en llegar acá ?
A la hora de recitar mi poema, a la hora de encontrar mi dolor, cuántas veces el piso estuvo sucio. ¿Cuántas veces llore por amor ?
Tal vez en la inmensidad de esta tormenta que se avecina, con los truenos resonando en el suelo, los presos parecen soñar dormidos, parecen traspasar con sus espíritus mas allá del muro, como queriendo acercarse a sus seres amados flotando por el aire de la ciudad., como si el sistema no existiera, como si lo único que fuera real, fueran los sueños de una idiosincracia, demente, inherente a todo lo que es, a lo que será mas tarde cuando ya no sea, la cárcel constituye en su flagelo, el sostenimiento real, de una economía que en su fracaso, termina teniendo éxito. Discursos positivista el de algunos, discursos humanistas de otros. Una red clasificadora que emerge de esta tumba, como si fuera un parto, como si la naturaleza de estos hombres fuera una clara evidencia de la sociedad en la que vivimos. Puesto que la Constitución de la cárcel sofoca y hostiga la mente de todos. Verano y las moscas, querido lector, cuánto tiempo pasó desde que empecé a escribir este libro, que entre resacas y locuras, no he podido terminar. Os verán que todo parece una película, un reality show de la nueva era, verdades y mentiras, asesinatos y vulgaridades, corrupción, engaño y traición son las bases fundamentales de esta era. “Dicen las voces, al oír el lamento, que la pena más grande, es ser ignorante.”
La lluvia cae en la cárcel, el sonido de la naturaleza invade los recintos, no hay diferenciación desde hacía abajo, todos se quieren tapar en sus mantas para olvidar el mundo en el que viven. Todos quieren apoyar sus caras en sus almohadas, y alguno que no tiene pone sus zapatillas. Mientras los sueños se escurren, en las cloacas podridas, el acero cruje en el cemento, que importa que la lluvia cae y la naturaleza sea la comediante de la noche?
Qué importa la literatura, qué importa la verdad? estar en la cárcel donde viven estas almas dadas, sobreviviendo a la vida a pura merced, hostigando las relaciones de poder en su mayor amplitud. Lloran las madres en sus casas recordando a sus hijos, donde estará mi hijo, dice una madre por teléfono. Cuántas hermanas piensan en sus hermanos, cuántas mujeres dicen amar a sus maridos y cogen con otros porque están solas. Cuántos niños se crían sin sus padres, pensando en el fondo del encuentro. Y aquellos padres ya no sienten nada, por vivir en una vida triste y amarga, una diferenciación de lo real, como si al entrar a la cárcel y vivir en ella, fuera la marca del demonio, fuera el estigma discursivo de los pibes. Chorros que se hacen chorros porque son chorros. Malos teniendo miedo entre los malos, en que se ve este hostigamiento ?
que dispositivo usa la cárcel, para tal engaño, como obtiene la cárcel los cuerpos que entran y salen de ella, como si fuera una estadía , como si la cárcel realmente fuera la constitución y la acción
Que maravillosa idea tuvieron aquellos que inventaron el sistema penitenciario, ahora que escribo en estas efervescente comodidad, busco aquellos momentos en donde podía sentir el escalofrío de la muerte, la magnificencia de la tumba, arrastrando monos por los largos pasillos de la cárcel, llorando las penas más locas
por que este ruido de puertas golpeando, de cuerpos quemados por el fuego, de suicidios en celdas permanentes, de muerte ridículas por tuberculosis,
Había estado pensando para que publicó escribir, y me daba cuenta que escribir para ellos, para los pibes que no pueden hablar , para los que murieron empastillados, por esas madres puntualmente, que dan a luz, y terminan pagando el precio de pagar lo que vieron. Me CRITICARAN QUE MIS LETRAS SON UN poco frívolas, pero había captado la pobreza del hombre, había visto detrás de los poemas, las miradas perdidas, de aquellos que se fueron a sus casas y nunca volvieron. Era hablar de la otra delincuencia en el más alto grado, era encontrarme con los libros que dormían juntando polvo, en celdas insólitas con las manos marcadas en la pared, había pasado por varias situaciones y la poesía siempre afloraba en un camino, cuántas veces quise llorar mostrando mi cara a la luna, quise desgarrar mi corazón y no pude, pues el encierro ya lo había desgarrado.

Maylo Cisneros, Batán 2017

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