Durante el mes en que tuvo lugar el golpe de estado en Chile, en el palacio de las Bellas Artes de la ciudad de México, Oscar Chávez dio tres conciertos (25, 27 y 30 de sept. 1973) cuya importancia podemos denominar sin lugar a dudas como histórica. Del álbum doble resultante podemos escuchar la tensión que ronda por la sala. El público se encuentra inquieto, pide a gritos las canciones que nunca se escuchan en la radio, exige que la canción de protesta haga la crónica de un mundo convulso: las guerrillas latinoamericanas lanzan un desafío a sus gobiernos, se clama por los desaparecidos y la insurgencia revolucionaria. Aquella noche de septiembre, en esa sala se huele la frustración por la derrota. Se anuncia una canción dedicada a Salvador Allende, es un intento de Cueca, apenas olvidan por un instante la rabia. La música solo puede hacer eso, cada instante, un olvido. Y los vivos aplauden con rabia la canción de la derrota, en aquel momento el cantante vuelve a la vida la esperanza.