La situacion pandemica en las carcéles y la voluntad de la sociedad civil

(Berlin, 10 de abril 2022, Radio Matraca). Según la ONU existen más de once millones de presos en el mundo, los cuales se han visto golpeados de manera desproporcionada por la pandemia. Se estima que hay más de 527.000 prisioneros que se han infectado de Covid-19 en 122 países y que más de 3.800 han muerto en 47 de esas naciones. Sin embargo, debido a las limitaciones en varios países para clasificar estos datos, se presume que el número real es mucho mayor.
Siempre según el organismo internacional, La Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, denunció la inacción de la gran mayoría de los gobiernos latinoamericanos para atender las necesidades de los presos en sus cárceles. La realidad es que el coronavirus hizo estragos en la región donde lo que abunda son cárceles sobrepobladas y con falta de higiene.

En el caso puntual de Argentina, la llegada de la pandemia se produjo en un momento donde el índice de “prisionizacion” en la provincia de Buenos Aires batía records históricos. Según un documento publicado por la Comisión provincial por la Memoria presidida por el premio Nobel de la paz Adolfo Pérez Esquivel, la tasa de encarcelamiento era de 266 cada 100 mil habitantes.

Esto se debe en parte a la implementación de una política de mano dura llevada a cabo durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019). Por aquellos años, “la inseguridad” era el foco central que según la lógica del gobierno había que combatir. Con los medios mayoritariamente oficialistas, se insistía en convencer a la población de la importancia de concentrar esfuerzos y recursos en el tema de la “inseguridad”, mientras paralelamente el gobierno macrista se reunía con el Fondo Monetario Internacional para cerrar un acuerdo histórico que dejaría al país con la deuda más grande de su historia.

Ante la llegada de la pandemia en 2020, las condiciones para los internos en las pabellones de las cárceles de la provincia de Buenos Aires eran catastróficas. La superpoblación empeoraba las condiciones de por sí, históricamente terribles y el hacinamiento, las enfermedades, las muertes, elevaron altamente el índice de trastornos de salud física y mental para los internos. El nuevo gobierno de Alberto Fernández debió tomar medidas rápidas sin mucho margen de análisis ni discusiones debido a lo inédito de la situación. En ese sentido, siguiendo recomendaciones de la ONU, decretó la liberación de un número importante de presos por delitos menores cuyas sentencias no habían sido ejecutadas. Lo que agravó más la ya histórica grieta política y social provocando grandes cacerolazos de protestas en un sector importante de la población cómoda con el discurso de mano dura propuesto por el gobierno anterior.

Lejos de la esfera gubernamental, de los medios masivos de comunicación y de los ejes concentrados de poder que direccionan los rumbos de la política nacional, existe un grupo de mujeres y hombres que se proponen por convicción hacerse cargo de los baches que deja la mesa de discusión política. Mas allá de un gobierno o del otro, hubo que ponerse el overol y hacerle frente a la situación. Es por eso, que la presencia de colectivos de voluntarios ha sido crucial para contrarrestar en parte las consecuencias de la pandemia dentro de los penales.

En entrevista con el Juez de Garantías de la ciudad de Mar del Plata, Luis Tapia, el mismo nos dio cuenta de la inmensa labor que distintos grupos de voluntarios llevan a cabo para llevar algo de alivio a los internos en tiempos donde las condiciones de vida han sido severamente desmejoradas. En el penal de aquella ciudad, durante el año 2020 no hubo ninguna actividad de educación en contexto de encierro y el ingreso desde el mundo exterior estuvo completamente limitado, incluso para los propios familiares de los detenidos.

A partir del 2021, se fueron retomando actividades educativas, deportivas y sociales. Los trabajos comunitarios realizados por distintos colectivos de base trajeron un poco de alivio a una categoría poblacional de por sí históricamente marginalizada. Los internos una vez mas recibieron una mano por parte de grupos no gubernamentales quienes desde la convicción y el compromiso humanitario combatieron las condiciones aberrantes que se vive en la prisión aumentadas por el paso de la pandemia.

Lejos de imaginar un posible refinamiento de la política carcelaria en América latina, lo que significaría un cambio profundo que al momento es imposible, una vez más queda en evidencia la importancia de la acción espontanea de la población civil para recoger el guante y llegar a donde no llega ningún gobierno. Para hacer las tareas que deberían ser obligación de quienes acceden al poder porque se comprometieron a utilizar los recursos de la gente para la gente. Pero, se sabe que en América latina el sol no sale para todos. No toda la gente es igual. Existen categorías que son prioridades para el poder.

Estos espacios de socialización, de intercambio de experiencias que proponen los talleres de voluntarios dentro de los penales y en las condiciones tan adversas en las que se practican, no solo permiten ocuparse de la categoría de gente invisibilizada por la fracción dominante, sino que además resultan una revolucionaria modalidad pedagógica en tiempos donde la educación tradicional formal combate sin éxito por mantenerse en contexto con los desafíos existentes, participando incluso activamente en la profundización de esa grieta social.

AQUÌ encontras el audio sobre este tema en español.

Aquí el artículo y aqui el audio en alemán.

 

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