La muerte en pandemia – aislamientos y nuevos rituales de despedida

Debido a las posibilidades de contagio durante la pandemia global de Covid-19, las medidas sanitarias no permitieron que se realice el último adiós a los seres queridos de la manera en que siempre se hizo. ¿Qué sucede cuando no nos podemos despedir de una persona que ya no está? ¿Qué ocurre dentro de nosotros cuando no podemos reunirnos, abrazarnos, compartir nuestro dolor y darnos consuelo?

En esta ocasión Radio Matraca conversó con dos mujeres, Camila y Carito, que nos comparten sus testimonios de cómo vivieron la despedida de un ser querido en tiempos de pandemia. Camila es una mujer migrante que busca compartir y encontrar justicia y sanación del modelo colonial y patriarcal a través de la reconexión de nuestra ciclicidad y prácticas ambientales en la actualidad urbana. Ella vive en Berlín, viene de Santiago de Chile y en su caso tuvo que despedir a su abuela paterna. Carito es una mujer emprendedora, socia de un estudio de diseño e innovación digital, deportista y mamá de tres gatas. Vive en Lima con su novio Eduardo y a inicios de la pandemia tuvo que despedir a su gran amigo y compañero de piso, Rente.

Durante la pandemia las medidas sanitarias cambiaban cada día, de manera muy acelerada, generando un ambiente de angustia y confusión en la mayoría de la población. Por ello, el momento de la pandemia en el que un ser querido partía jugaba un rol crucial en la manera de poder despedirlo.

El duelo en tiempos de pandemia

“Esto fue el año pasado, el 2021 en junio sucedió que mi abuela se fue de este plano. Yo estaba acá en Alemania y mi familia es de Santiago de Chile. Para este momento del fallecimiento lo dificultó porque en Chile existía una medida sanitaria donde las personas que entraban desde el extranjero tenían que hacer una cuarentena. Yo no viajé exactamente por ese motivo, porque como en nuestros países la mayoría de las veces los funerales se realizan después de un velatorio de uno o dos días no era posible llegar a ese momento”, nos cuenta Camila.

En el caso de Carito, la partida de Rente sucedió exactamente a inicios de lo que en Perú se llamó “aislamiento social”. “Justo una semana antes de la pandemia fuimos a la playa con él. Eso fue un sábado, y al día siguiente nos dicen a partir del lunes ya nadie puede salir de su casa. El justo estaba en la casa de Chris. Entonces nos dijo chicos, me agarró la pandemia acá, voy a hacer la cuarentena en la casa de Chris.
Nos contó que se sentía un poco mal, que tenía como fiebre. Estábamos pendientes, dije pucha no será una infección, no sabíamos qué era. No creíamos que fuera covid porque a nadie cercano le había dado covid. Pasaron unos días, yo le escribo y no me responde. Y me escribe Chris y me dice que a Rente lo iban a internar porque no le bajaba la fiebre. Le han visto todo y no es covid por los exámenes que le han hecho. Y el sábado en la mañana Eduardo me despierta llorando, no me podía ni hablar. Me dice Rente falleció. Y yo no lo podía creer”.

Distancias y Aislamientos

La distancia se vivió de diferentes maneras: había una distancia geográfica y también una distancia impuesta por el aislamiento social. Camila tuvo que vivirlo desde Berlín, mientras que Carito con su novio Eduardo la pasaron solos en los primeros días del aislamiento social.
“Cuando uno migra por lo general siempre está en estas situaciones donde no está. O sea estás en otro lugar, tu raíz está como en el lugar que vives, el lugar en el que duermes, el lugar que comes pero tu raíz no, también está en el lugar donde naciste. Donde está tu madre, tu padre, tu familia tus amigues. Y mi hermano también él no vive en Chile, vive en Uruguay que es un poquito más cerca claramente, pero estaba en la misma situación. El si entraba a Chile por un vuelo tenía que hacer exactamente lo mismo. Entonces de alguna u otra forma, a pesar de que, claro que es muy triste que él tampoco pudo estar, había un momento familiar donde yo sabía que alguien y el sabia tal vez también que nos podíamos comprender como dentro de esta distancia física en cómo despedir a alguien que amábamos tanto. Y eso, inconscientemente, generó por lo menos dentro de mí como un espacio de poder entenderme con alguien sin tener que explicarme cómo me sentía. Que lo hacía menos agotador que estarse siempre explicando y sintiéndose tan lejos y únicamente sola en esa situación”.

El momento de despedida, con mascara…

“Estuvimos todo el día acá en la casa sin entender nada, encerrados. Y horas más tarde cuando ya comencé como que ya bueno tienes que entender que está pasando esto. No es algo que eventualmente va a pasar. Tienes que enfrentar esto de alguna u otra forma. Ya pasó y tienes que entender que esta persona que ha vivido contigo tres años y que quieres tanto ya no está. Entonces fuimos a su cuarto, prendimos unas velitas. Estuvimos ahí, nos abrazamos, hablamos mucho con Eduardo ese día de muchas cosas”, nos cuenta Carito.La abuela de Camila sí tuvo opción a tener un funeral. En el caso de Rente, solo lo pudieron despedir sus familiares muy cercanos.
Camila nos cuenta: “Las personas que fallecían de covid solo podían ser despedidas en un funeral máximo de 5. Pero como no era el caso, estaba permitido hacer un funeral. Llegaron las personas que se sintieron convocadas para acompañarla en su despedida y que también tenían la opción. Porque también obviamente tal vez muchas personas o algunas personas que desearon ir no lo hicieron por miedo a contagiarse. El tener un funeral con máscaras, el no poder verte, es una cosa que cambia todo”.

“El 4 de abril fallece Rente. En verdad yo todos los días entraba, después de ese día, todos los días a su cuarto, a barrerlo, a limpiarlo. Su cuarto tenía que estar bien, no podía estar olvidado. Su familia recién pudo venir a sacar sus cosas en agosto, setiembre. Digamos que fueron unos 4 meses de dentro de todo era un espacio bonito porque íbamos ahí, yo le hablaba. Nunca revisé sus cosas, jamás, nunca abrí sus cajones ni nada solamente los limpiaba porque obviamente no eran mis cosas. Pero era como qué lindas tus cosas, qué lindo esto que tienes acá, qué lindo tu cuadrito. Era un momento como para encontrarme de nuevo y recordarlo bonito. Lo sentía de hecho a veces lo siento acá en la casa”.

Las distancias generan nuevos ritos de despedida

Los ritos han formado parte del ser humano desde los más antiguos inicios. En este caso, la necesidad de crear algún tipo de ritual para la despedida a pesar de la distancia fue de vital importancia para Camila. “El sentir que necesitaba hacer un ritual era más como empezar a darle espacio a ese duelo. O aceptar de alguna manera física que la vida de esa persona en esta tierra como que llegaba un fin, pero como que empezaba otro proceso de aceptar que la persona también partía, que quedaban los momentos, que quedaban los recuerdos. O que también empezar a aceptar que a través de la vida de esa persona se habían generado diferentes historias, y una de esas historias por ejemplo era mi vida, ¿no? Entonces más que un cierre era más como pasar a la otra fase, de aceptar su partida. Y no lo hice inmediatamente. Para mí fue como un shock, como que se paralizó el tiempo. Entonces por un tiempo, por muchas semanas estaba la vida paralizada. Y bueno yo fui preparando cositas pequeñas que quería ritualizar. Y a una muy buena amiga, yo le pedí a ella que me acompañara y fuimos al bosque e hicimos un ritual. Entonces siento que ese momento igual generó mucha calma dentro de mí. Y empezó como te decía este proceso de aceptar su partida de lo físico y creo que fue super sano también hacerlo. Me costó mucho por lo mismo porque uno no está en ese tiempo y espacio, no estás ni siquiera viendo que la persona no habita su casa. Todo es como irreal. Lo sientes solamente porque lo sabes, pero no lo ves, no lo presencias. Pero fue un proceso que marcó un antes y un después en la etapa del duelo y fue super bueno. Muy sano hacerlo.

“Como que el dolor se puede disipar de alguna u otra forma.”

De lo personal creo que los ritos son como los pasos de transición en la vida. Pasar en nuestras diferentes etapas de la vida, desde la infancia a la adolescencia, de la adolescencia a la adultez. Tenemos pasos diferentes. Que no están presentes en nuestras conversaciones en la mesa con las abuelas, con los abuelos, en estos espacios urbanizados creo que pasa mucho, quizás no en todas las familias. Y dentro de eso está el ritual de la muerte, porque la muerte en el fondo también es algo que hemos dejado super abandonado en la sociedad. Que la pandemia solamente mostró lo crudo que podía ser dejar eso para no hacerlo, porque no se podía”.

Sobre los ritos y sobre lo duro que ha sido para los familiares de las personas fallecidas en tiempos de pandemia, opina Carito: “Fue duro vivirlo en casa, vivirlo sin poder abrazar a nadie. Felizmente estaba con Eduardo, felizmente no estaba sola. No hubo velorio, los protocolos en ese momento no existían para ese tipo de eventos. Al mes hubo una misa, online. Todas esas convenciones, todos esos rituales que se generan en torno al fallecimiento de una persona a los que estamos acostumbrados, no necesariamente son lindos hermosos, a veces son muy duros, pero uno esta acostumbrado a que una persona se va y entonces tienes un espacio donde despedirlo, no existía en ese momento.

Era muy catártico antes, cuando estás triste o una persona te falta, ir a una persona y abrazarla y llorar juntos y recordarla. Me acuerdo cuando ha fallecido mi abuelo por ejemplo, que fue como una fiesta inclusive. El recuerdo del momento del fallecimiento fue terrible, pero después lo que inspiraba ese momento era hasta casi una fiesta. Como que el dolor se puede disipar de alguna u otra forma. El velorio, el entierro, los papeles, no se qué no sé cuántos, la gente que está ahí, que te saludan, que te abrazan, que te dan. Creo que todo eso, cada uno ha tenido que pasar en silencio en su casa posiblemente ha tenido sido una prueba de fuego. Yo lo he vivido desde mi lado con un amigo muy querido, casi un hermano, pero cuando hablaba con la mamá era como que no me puedo ni imaginar lo que estás pasando tú”.

“Todos merecemos vivir con derechos que nos permitan vivir con amor, con alegría.”

Esta prueba de fuego que menciona Carito ha tenido silenciosas consecuencias en cada familia y también a nivel social. Porque este abandono de la muerte y su consecuente despedida no es solo un tema de ahora, como bien apunta Camila: “Creo que la muerte no está dignificada. No hay espacio para la muerte. Porque después de la muerte no servimos. Tú no eres una persona productiva si mueres, tú no produces, no eres parte de la sociedad. Y no solamente la muerte en el plano físico. Creo que en esta sociedad cualquier forma que no calza dentro de los estándares de producción se dejan a un lado. Uno ve por ejemplo a la gente mayor como se abandonan de manera social. Y todos vamos a morir. Es lo único que sabemos. Y a pesar de que es lo único que sabemos que sí va a suceder, no cuidamos ese espacio de vejez o a las mismas personas que están enfermas. Todos merecemos vivir con derechos que nos permitan vivir con amor, con alegría”.

Ambos testimonios nos hacen llegar a la conclusión de que en la sociedad capitalista, de consumo y producción exacerbados en la que vivimos, la muerte y su ritualización no reciben la atención y el valor que se merecen. La pandemia solo ha demostrado que esta desconexión y deshumanización de los ritos puede ser aún peor, con efectos muy dolorosos en quienes lo han tenido que vivir.

Esta producción está dedicada, con mucho cariño, a todas las personas que ya no están y que llevamos en el corazón.

Aquí esta el Podcast sobre este mismo tema en castellano.

Und hier gibts demnächst diesen Beitrag auf Deutsch – als Podcast bei onda und als Artikel bei poonal.

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